sábado, 19 de noviembre de 2011

Odisea 5: Una ola gigante.

Un grupo es mas fuerte que sus integrantes.
Es real, lo sé y lo vivo.
Una ola es gigante y fuerte, tan fuerte como gigante la ola. Pero si cada uno tendría una vaso con agua de esa ola y te lo tirara, cada uno por su parte, sería diferente, no tendría la fuerza real, sino de simple agua salada. 
El concepto de la ola igual no es perfectamente lo que quiero decir, porque es solamente UNA que actúa como si fueran miles, y no miles como si fueran uno.
Y si solo uno de esos miles se va, ¿afecta realmente a un grupo?

sábado, 5 de noviembre de 2011

La historia de un loco

Era increíble y abrumadoramente típico. La calle típica de una manzana típica poblada por familias típicas que votaban a los demócratas, les encantaban los Kennedy e iban a los partidos de la liga de béisbol infantil las tardes cálidas de primavera, no tanto para mirar como para hablar. Sueños típicos. Aspiraciones típicas. Típicos en todos los sentidos, desde primera hora de la mañana hasta última hora de la noche. Miedos típicos, preocupaciones típicas. Conversaciones que parecían revestidas de normalidad. Incluso secretos típicos ocultos sobre fachadas típicas. Un alcohólico. Un maltratador. Un homosexual no declarado. Todo típico, todo el tiempo.  
 Excepto yo, claro. 
Se hablaba de mi en tono quedo, el mismo de los susurros que solían reservarse para la noticia espeluznante de que una familia negra se había instalado dos calles más abajo o que habían visto al alcalde salir de un hotel con una mujer que no era la suya.
En todos esos años jamas me invitaron a una fiesta de cumpleaños. Jamás me preguntaron si quería quedarme a dormir en la casa de un amigo. Ni una vez subí al asiento trasero de un coche para ir a tomar un helado a Friendly. Jamás recibí una llamada telefónica por la noche para cotillear sobre el colegio, sobre deportes o sobre quien había besado a quien en el baile de séptimo curso. Nunca jugué en ningún equipo, ni canté en ningún coro ni desfile en una banda. Ningún viernes por la noche animé un partido de fútbol americano, ni me puse nunca con timidez un esmoquin mal entallado para un baile. Mi vida era única debido a la ausencia de todas esas pequeñas cosas que constituyen a la normalidad de una persona.
Nunca supe que detestaba más, si el mundo esquivo del que procedía y al que jamás podría incorporarme o el mundo solitario en el que estaba obligado a vivir. Solitario si exceptuamos las voces. 
John Katzenbach. Historia de un loco.